El 4 de marzo de 1999, la síndico Liliana Ripoll, quien tenía a cargo la situación económica del club, decretaba que “Racing Club Asociación Civil, había dejado de existir”. Su entonces ex presidente, Daniel Lalín, había pedido la quiebra con continuidad: “Consistía en que Racing siguiese funcionando y que la justicia analizara si la deuda era legitima o no”.
El 7 de marzo de ese año, sin jugar por estar
virtualmente cerrado los simpatizantes concurrieron al estadio y gracias a esas
35.000 almas que coparon un estadio sin que juegue el equipo de sus amores, el
club siguió abierto.
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